Tal vez no todos los días al despertar pienso en lo bello que puede resultar el disfrutar de lo que me deparará la diosa Fortuna...
de hecho, es muy probable que me despierte y simplemente me queje porque el frío es insoportable, y este departamento tan helado ahora que no hay nadie que quiera abrigar mis noches y mis mañanas...
y no obstante me paro, camino hacia la cocina, enciendo el cálefon mientras me froto el brazo izquierdo con la mano derecha para apalear el frío. Vuelvo a buscar mi ropa (la costumbre de vestirme en el baño), mi toalla, mis pantuflas, mi shampoo (aunque nunca queda mucho).
Me ducho, y el agua ya no es tan fría.
Me ducho, y la vida es un poco más tibia...
me seco, a veces tiritando, otras veces en un máximo relajo...
y vuelvo a cargar en mí el disfraz de cada día...
después de todo aquello me visto con ropas normales, sé que debo vestirme...
creo que siempre he predicado un odio terrible a la rutina,
sin embargo ahora...
cómo desearía que volviese a mí la pesada rutina de sentir a un corazón latir...
y darme cuenta que no es el mío...
sino un complemento al ritmo de mis latidos...
Tal vez sólo eso necesito,
sólo necesito que aquello regrese...
para darme cuenta que detesto la rutina.
Hoy me levanto nuevamente,
como tantas veces lo he hecho,
pero con un afán distinto...
Hoy me levanto con todo y alas
para dar la bienvenida a un nuevo ser...
un nuevo yo...
un ser alado...
miércoles, 23 de mayo de 2007
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